Miércoles de Ceniza

Algunos datos interesantes sobre el Miércoles de Ceniza

 

A continuación mostramos algunos datos e información relevante, para comprender el significado de este hecho litúrgico previo a la Pascua:

 

·         Las cenizas utilizadas en la Misa provienen de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior. Se queman los restos de las palmas, se rocían con agua bendita y luego son aromatizadas con incienso.

 

·         En los primeros siglos de la Iglesia se colocaba la ceniza en la cabeza de los fieles, como un hábito penitencial para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.

 

·         Es una costumbre no lavar la ceniza de la frente hasta que ésta desaparezca por sí misma, aunque no es de carácter obligatorio.

 

·         El uso de la ceniza proviene de una antigua costumbre judía, mediante la cual las personas que habían cometido pecado cubrían parte de su cuerpo con cenizas. Como una forma de demostrar su ferviente deseo por alejarse de lo malo y acercarse más a Dios.

 

·         Los griegos, los egipcios, los judíos y los árabes acostumbraban a cubrirse la cabeza de ceniza, en señal de luto o duelo.

 

 

De acuerdo a la religión Católica el Miércoles de Ceniza es un día santo cristiano de oración y ayuno, siendo considerado el primer día de Cuaresma de acuerdo a los calendarios litúrgicos católico y anglicano (correspondiente a las seis semanas de penitencia antes de la Pascua o el periodo de cuarenta días previo a la Semana Santa).

 

Es una celebración contenida en el Misal Romano, que consiste en imponer durante la Misa una marca de ceniza en forma de cruz en la frente de los fieles.

 

La palabra ceniza proviene del latín "cinis", que significa o representa el producto de la combustión de un elemento material por el fuego. Simbólicamente representa la muerte, la humildad y penitencia.

 

De acuerdo al Libro de Génesis contemplado en la Biblia la ceniza es considerada un signo de humildad, representando el origen y el fin del ser humano: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).